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Se dispara el consumo de analgésicos opiáceos

Incremento del 83,59% del consumo de opioides

El consumo de opioides ha aumentado de manera significativa en los últimos años. Así lo revela el informe de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps). En concreto se han pasado de las 7,25 dosis por habitante y día (DHD) en 2008 a las 13,31 en 2015, lo que supone un incremento del 83,59%.

El tratamiento del dolor crónico comprende estrategias tanto farmacológicas como no farmacológicas. Dentro de las farmacológicas se encuentran los analgésicos no opioides, opioides y coadyuvantes (utilizados para prevenir o tratar los efectos secundarios de los analgésicos o potenciar la analgesia de estos últimos).

Los fármacos opioides constituyen un grupo de fármacos que se caracterizan por poseer afinidad selectiva por los receptores opioides centrales y periféricos inhibiendo la transmisión de la entrada nociceptiva y la percepción del dolor. Son ampliamente aceptados para el tratamiento del dolor agudo severo y del dolor crónico de moderado a severo que no responde a otros tratamientos.

El uso de estos medicamentos se asocia con desarrollo de dependencia física y adicción, lo cual está siendo un importante problema de salud en países desarrollados debido al potencial riesgo de abuso de estas sustancias.

“En España todavía no está muriendo la gente porque tenemos una sanidad pública que introduce una seguridad que no existe en EE UU, pero si no se corrige el rumbo no tardaremos en tener el mismo problema”, advierte el profesor de la Escuela Nacional de Sanidad y médico jubilado, Juan Gérvas, quien siguió de cerca el desarrollo de la crisis en EEUU como profesor visitante de la Universidad Johns Hopkins. “La respuesta farmacológica al dolor está aumentando de forma masiva sin que tenga una base científica”.

Hasta principios de los años noventa, España fue uno de los países desarrollados donde menos opioides se utilizaban. Su empleo quedaba circunscrito al tratamiento del cáncer y los enfermos terminales. Pero aquel exceso de prudencia ya no existe. “Hubo un efecto péndulo. Poco a poco la industria vio el filón, desarrolló estos medicamentos a precios desorbitados y pasó a recomendarlos para todo tipo de dolores crónicos”, asegura Abel Novoa, médico de familia y presidente de Nogracias, una plataforma que vela contra los conflictos de interés en la Sanidad española. “Médicos de cabecera, traumatólogos, neurólogos o reumatólogos los usan ahora de forma rutinaria”.

Evolución

Las cifras oficiales no están actualizadas ni son exhaustivas, pero bastan para entender lo que está sucediendo. Entre 1992 y 2006 se multiplicó por 12 el consumo de opioides mayores, los más potentes y adictivos, según el ministerio de Sanidad. Y entre el 2008 y 2015 casi se dobló el uso de estos fármacos en todas sus categorías. El principio activo más popular es el tramadol, un opioide menor dispensado sin receta de estupefacientes y cuyo abuso está generando serios problemas de salud pública en países como Irlanda del Norte, Egipto o Camerún. Pero todavía más llamativa es la explosión del fentanilo, mucho más potente que la heroína y generalmente administrado en parches transdérmicos a pacientes de edad avanzada. Su uso ha aumentado un 248% en una década y España es hoy el quinto país del mundo donde más se consume, por encima de EEUU.