Las personas que consumen drogas no se vuelven adictas porque quieran, sino porque tienen una mayor vulnerabilidad genética a serlo, tal y como ha asegurado el presidente de la Fundación Patología Dual, Néstor Szerman.
«Nadie elige tener una adicción. De hecho, se ha demostrado que una de cada diez personas expuestas a sustancias con capacidad adictiva van a desarrollar una adicción por la vulnerabilidad genética o familiar que tenga», ha insistido el experto, para negar también el mito de que la adicción es un vicio.
En concreto, una persona dependiente de las drogas tiene una enfermedad con base en el cerebro, pero no en su conducta, por lo que el consumo no se debe ni al vicio, ni al placer, ni a su falta de voluntad, sino a la vulnerabilidad cerebral que padece y que, además, se suele manifestar con síntomas como ansiedad, depresión o hiperactividad.
Del mismo modo, en la campaña se avisa de que una persona adicta no tiene porqué ser peligrosa, puesto que son los rasgos de personalidad antisocial, psicopáticos o los trastornos mentales los que propician las conductas agresivas. No obstante, se reconoce que, en ocasiones, bajo los efectos de las sustancias, se puede distorsionar la realidad y provocar conductas peligrosas, si bien se insiste en que «el peligro está sobre todo en las personas que las sufren y no para los demás».
La presidenta de Fermad, Isabel Hidalgo destaca la necesidad de derribar los mitos tanto de las drogas como de las enfermedades mentales porque, sólo así, se podrán «derribar» las dificultades a las que se enfrentan los pacientes y sus familias para afrontar los problemas.
BARRERAS PARA LAS PERSONAS CON PATOLOGÍA DUAL
Y es que, tal y como ha alertado el presidente de la Confederación Salud Mental España, Nel González, tener una adicción impide que haya un abordaje sanitario adecuado, ya que son muchos los que acuden a los servicios de salud mental y son derivados a los que de atención a las drogas, perdiendo así la posibilidad de recuperarse de su enfermedad.
«Las personas con trastorno mental han vivido mucho tiempo apartadas y excluidas, y cuando consumen drogas el riesgo de exclusión social crece exponencialmente. No se trata de pensar en si consumir drogas está bien o mal, sino en que estamos ante un problema de salud y que estas personas, a las que se considera que tienen una patología dual, tienen el derecho a acceder a una asistencia integral y continuada. Se encuentran en territorio de nadie», ha recalcado.
Por ello, y para facilitar la recuperación de esos pacientes, González ha subrayado la importancia de favorecer la adhesión al tratamiento integral, el acompañamiento de la persona durante todo el proceso de recuperación, concienciar de que son procesos a medio y largo plazo y de que las recaídas no son fracasos, y establecer objetivos a corto y medio plazo para evitar la frustración.
Durante la campaña se destierran otros mitos como, por ejemplo, que fumar cannabis sea más sano que el tabaco, que la timidez se venza con el alcohol, que dejar de fumar genera ansiedad, que la adicción al juego no es una enfermedad mental, que no existe el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), que si se está mucho tiempo con el móvil se es adicto, o que todas las personas con enfermedad mental fuman.