La historia de vida, es un poderoso ejercicio terapéutico que nuestros pacientes emprenden después de superar la fase de desintoxicación. En este punto, han recuperado su autenticidad, liberándose de la influencia de sustancias o comportamientos adictivos. Ahora cuentan con la claridad cognitiva necesaria para reflexionar y realizar un profundo acto de introspección. Analizan momentos, lugares y personas que dejaron huella en sus vidas en algún momento.
Esta es la inspiradora historia de vida de uno de nuestros pacientes:
Mis consumos empezaron a volver a subir y la vida a mi lado no estaba siendo la más adecuada, comencé a tener muchas broncas con Lucía y los
niños, a tal punto que utilizaba a los niños como excusa para poder irme al bar, siempre buscando una bronca para dar el portazo, una de las que más me duele fue cuando le puse al más pequeño un cuchillo en la mano para que me matara, hasta ese punto llegó mi aptitud relacionada al consumo, pero aún así me perdonaban y hubo otro cambio, los dos más pequeños decidieron también que no querían tener nada que ver su padre biológico y acabamos los cinco juntos, cambié los turnos en mi trabajo para poder estar sólo en el turno de noche y eso hizo que pudiera consumir también en el trabajo, a su vez mi hijo conoció a una chica venezolana y con el tiempo y por mi culpa convencí a Lucía para que se viniera también a vivir a
casa, otra gran mala decisión, el ejército mandó a Lucía a Madrid y me quedé sólo con los niños, la novia de mi hijo y mi perra.
Esta situación duró muy poco ya que se volvió pronto, pero ya mis consumos eran insoportables, notaba como los niños me huían, dependiendo de cómo llegara se encerraban en sus cuartos, y Lucía empezó a pasar cada vez más de mí;
Y llegó el COVID, a mí no me afecto mucho ya que por mi trabajo tenía carta libre de movimiento, así que pasé muchas hora en el supermercado, y un día, después de una bronca, abrí la puerta y me fui, en zapatillas de estar por casa, pijama corto y caminé de Olivares a Sevilla al piso que tenía, no sé cómo llegué, sólo recuerdo el despertarme con los pies echo polvos y tuve que salir a la zapatería de toda la vida, de mi barrio, que pasé una de las vergüenzas más grande de vida, a comprarme unos calcetines y zapatos, y por supuesto bebida, y fui tan ruin que no avisé a nadie, mientras mi familia me buscaba por las cunetas, parques, bares, etc. A mí se me ocurrió volver por la tarde y haciendo ver que la situación había sido culpa de todos ellos, lo que sentí cuando llegue fue una cara de alivio y alegría al verme vivo, no hubo ningún reproche y tampoco cambió mucho la situación y lo intentaba, intentaba cambiar, intentaba beber menos, pero al poco tiempo volvía a repetir cualquier burrada, llegó el punto que sólo paraba de beber cuando perdía el conocimiento.
Una tarde desperté en la cama al lado de mi mujer y mi hijo mediano que estaban hablando, yo había estado bebiendo por la mañana, perdería el
conocimiento en algún momento del día, y me dolía mucho un costado, lo comenté y mi hijo dijo que era normal, que yo me caía, la madre le reprochó que por que no me ayudaba y él contesto que no hacía falta, que era lo normal, que solía pasarme mucho, me caía y me levantaba, esa tarde volví a beber hasta perder el conocimiento, pero algo había cambiado, no se explicarlo, pero a la mañana siguiente busqué un centro de adicciones, le pase el teléfono a mi mujer, gestionó una entrevista con Oscar, mi terapeuta, y a la semana estaba en el centro de ingreso.
Desde Forum Sevilla queremos agradecer a nuestro paciente la valentía de compartir su historia de vida y sobre todo la fuerza para pedir ayuda a tiempo.